Documento final de la IICRSMC Esquel 2019

II CONFERENCIA REGIONAL DE SALUD MENTAL COMUNITARIA

Esquel, Argentina, 1 al 3 de octubre de 2019.

La/os participantes de esta segunda versión de la Conferencia Regional de Salud Mental Comunitaria, con la participación de diferentes actores sociales (incluyendo usuaria/os, familiares, trabajadora/es sanitarios y de la salud mental, estudiantes, docentes, investigadora/es y trabajadora/es comunitarios) de diez países de América Latina (Argentina, Perú, Chile, Uruguay, Colombia, Costa Rica, Paraguay, Ecuador, Bolivia y Brasil), nos hemos auto-convocado nuevamente bajo el interés común de potenciar el desarrollo de políticas y servicios de salud mental con enfoque comunitario en nuestros países Entendiendo que los principales objetivos deben ser atender las reales necesidades de las personas que viven con un problema de salud mental, promover el bienestar colectivo a través de construir comunidades y espacios sociales que sean más inclusivos, más justos y más democráticos, manifestamos lo siguiente:

Hemos constatado con gran preocupación que en varios de nuestros países se ha detenido, e incluso retrocedido, en el desarrollo de los servicios comunitarios de salud mental. Esto marca una tendencia que es opuesta a la que han desarrollado la mayor parte de los países que han alcanzado mejores índices de calidad de vida, así como a las recomendaciones de los organismos multilaterales, tales como la Organización Mundial de la Salud.

Nos preocupa en forma especial que no se hayan hecho avances en los procesos de cierre progresivo de los hospitales psiquiátricos, manicomios o instituciones monovalentes, manteniendo prácticas donde la/os usuaria/os pierden sus derechos civiles y se violan sus derechos humanos, así como las propias Leyes de Salud Mental y los acuerdos internacionales que nuestros países han firmado y comprometido.

De igual forma, hemos constatado que aún existe una gran insuficiencia de dispositivos que puedan brindar los cuidados sanitarios, sociales y de rehabilitación a las personas con problemáticas de salud mental, sus familiares y redes de apoyo. Destacamos la voluntad de algunos países que están haciendo un esfuerzo importante en la instalación de dispositivos comunitarios, junto a un soporte institucional, normativo y presupuestario que asegure su sustentabilidad en el tiempo, como es el caso de Perú.

A pesar de estas insuficiencias en el nivel macro-estructural e institucional, nuestra II Conferencia Regional de Salud Mental Comunitaria ha sido un encuentro muy rico en iniciativas y en el intercambio entre la/os participantes, lo que da cuenta de una gran fuerza latinoamericana que sostiene e impulsa los valores y las acciones en este campo.

Así mismo, reconocemos que existen otras iniciativas paralelas a la nuestra con las cuales hemos compartido en esta Conferencia y conocido sus principales ideas-fuerza y conclusiones. Consideramos que debemos avanzar en conjunto, aportando desde las propias prácticas y ámbitos de acción, pero coordinando y sumando nuestras fuerzas.

En especial, queremos destacar la realización del primer Encuentro Latinoamericano de Estudiantes por la Salud Mental Comunitaria en los días previos a nuestra Conferencia. Un grupo de estudiantes de diferentes carreras, de diferentes universidades argentinas y chilenas, se organizaron y llevaron adelante este encuentro, cuyas conclusiones han dado a conocer públicamente.

Estamos profundamente optimistas por esto, porque uno de los principales desafíos de las reformas que propiciamos está en la formación de la/os futuros trabajadora/es de la salud mental, para que continúen avanzando y profundizando los cambios que hemos desarrollado. Y esto requiere de profundas transformaciones en los currículos, incorporando en forma temprana las experiencias de trabajo interdisciplinario y con la comunidad, generando así un espíritu reflexivo y crítico, comprometido con el cambio, preocupado por el autocuidado personal y colectivo, con espíritu creativo e innovador.

Como muy bien se señaló en estos días, este cambio es de fondo y tiene un carácter político, ya que buscamos cambiar las relaciones de poder en nuestra sociedad, y hacer que estas sean más justas y equitativas.

Otro actor importante – y muchas veces olvidado – estuvo presente en esta Conferencia: las personas con problemáticas de salud mental y sus familiares. Ya sea por su participación directa en las presentaciones y discusiones, como por las experiencias que se presentaron, ellos y ellas estuvieron en el centro del debate, recordándonos todo el tiempo que son la “razón de ser” de nuestro trabajo, que la defensa de sus derechos civiles, humanos y sociales deben estar como una base sólida en la transformación de los servicios.

La gran tarea que se deriva de esto es el cierre de los manicomios y su reemplazo progresivo por dispositivos sanitarios y sociales que promuevan una plena integración a la comunidad, basadas en las necesidades e intereses de cada persona, así como el respeto y la búsqueda de autonomía, fundadas en el apoyo mutuo, la solidaridad y el amor.

En nuestra Conferencia se presentaron variadas experiencias que apuntaban a fortalecer el proceso de desmanicomialización, creando diversas alternativas en la comunidad. Todas ellas tienen en común que son el fruto de equipos comprometidos con los cambios, con sus comunidades y con el enfoque de la salud mental comunitaria.

Por eso, reiteramos una idea que ya habíamos mencionado en la Conferencia pasada: hay que observar y aprender del conocimiento y las prácticas que han sido exitosas en otras partes del mundo; sin embargo, necesitamos adaptarlas a nuestra realidad latinoamericana, desarrollar nuestros propios métodos y sobre todo, valorar con firmeza aquellos elementos que forman parte de nuestra identidad y de nuestra diversidad. Estas valiosas experiencias y reflexiones han fortalecido nuestra creencia en nosotra/os misma/os, y en el valor de nuestros principios e ideales.

Las perspectivas de género, la interculturalidad presente en el trabajo con pueblos originarios y con poblaciones en condición de migrantes, el respeto a la diferencia y a los diferentes, el valor de la vida en comunidad, y el cuidado de nuestro capital social, deben ser fuerzas que permeen y guíen el diseño de nuestras políticas y servicios de salud mental, los programas de formación de profesionales y técnicos, así como la investigación aplicada a nuestra realidad.

Por todo lo anterior, recomendamos:

1. Continuar ampliando y fortaleciendo los dispositivos de salud mental comunitaria hasta la sustitución definitiva de los manicomios.

2. Avanzar en el desarrollo de iniciativas legales hasta que todos los países de nuestra Región cuenten con Leyes de Salud Mental, que permitan proteger los derechos de las personas con problemáticas de salud mental y tener los recursos que se requieren para brindar cuidados comunitarios de calidad.

3. Incluir las problemáticas de consumo como parte de los padecimientos de salud mental, y que deben ser abordados desde un enfoque comunitario.

4. Desarrollar acciones que pongan a las personas con problemáticas de salud mental en el centro de los procesos de toma de decisiones en materia de políticas públicas e institucionales, así como en la docencia y en la investigación.

5. Avanzar en el fortalecimiento de redes integrales y coordinadas de servicios comunitarios, tanto del ámbito público como privado, que incluya la Atención Primaria, los Centros Comunitarios de Salud Mental, los Hospitales de Día, las Unidades de Rehabilitación Psicosocial, la internación y la atención de la urgencia en el Hospital General, y las diferentes estrategias residenciales, laborales y comunitarias, que son la mejor solución para satisfacer las necesidades de las personas que viven con un trastorno mental severo.

6. Incorporar dentro de los dispositivos e iniciativas comunitarias a las personas que han vivido la experiencia de una enfermedad mental y han desarrollado una perspectiva de recuperación. Creemos que estos “expertos por experiencia” son un pilar fundamental del cambio, del apoyo a otros que están viviendo este mismo proceso y de la lucha contra el estigma y la exclusión social.

7. Priorizar el abordaje de las problemáticas de salud mental de niños, niñas y adolescentes desde el modelo de salud mental comunitario, desarrollando estrategias integrales de cuidado, que incluyan los apoyos necesarios para la inclusión en la escuela común. En particular, valoramos mucho las iniciativas que han incorporado a la/os jóvenes como actores claves en las iniciativas y búsqueda de soluciones a sus problemas. Creemos que este es otro pilar fundamental del enfoque comunitario.

8. Entender la violencia como un mal que traspasa la vida de las personas de nuestras comunidades y daña profundamente su salud mental. Rechazamos todas sus formas de manifestación, desde la violencia de Estado hasta la violencia dentro de la familia. Instamos a los Gobiernos para que den prioridad a las acciones que apunten a eliminarla y desarrollen políticas efectivas de reparación para las víctimas.

9. Revisar los currículum de formación de todos la/os profesionales que trabajan en el campo de la salud mental, para incorporar desde un inicio experiencias en sus comunidades, permitiendo así una perspectiva científica vinculada al medio, una visión humanista, una identidad territorial, y el uso de intervenciones que sean respetuosas de las personas y su diversidad.

10. Promover la investigación y la construcción de conocimiento desde las tradiciones epistemológicas desarrolladas en América Latina, que den respuesta a problemas y necesidades propios de nuestras comunidades, recuperando y sistematizando saberes y prácticas locales.

Finalmente, entendemos que tenemos por delante una gran tarea,una que va más allá de proveer cuidados y asistencia: buscamos una transformación política, una que nos permita contruir sociedades más justas, más inclusivas, más participativas y profundamente democráticas.